El diario “Expreso” del domingo 5 de noviembre de 1989, publicó un artículo firmado por el expresidente Fernando Belaunde Terry. Fue muy gratificante leerlo. Mucho más cuando me enteré de que el propio Belaunde dio lectura al artículo a través de “Radio 700”. Su generoso comentario fue titulado “Liderazgo debe recaer en hombres preparados”. El texto íntegro es el siguiente:

“Javier Díaz Orihuela, destacado ingeniero civil y senador de Acción Popular llega, a los 56 años, a la cúspide de su carrera profesional. En limpia y concluyente victoria ha alcanzado el decanato nacional del Colegio de Ingenieros, entidad que agrupa a treinta mil profesionales. Lo significativo es que se trata de los ingenieros de todas las especialidades, tan íntimamente ligados al desarrollo nacional.

Conozco a Díaz Orihuela desde que fui su profesor en la Universidad Nacional de ingeniería. Su personalidad vivaz e inquieta destacaba en una clase por demás numerosa. Se dictaba en el auditorio de arquitectura, pues concurrían alumnos matriculados y muchos más. No es fácil sobresalir entre tanta gente. Empero, Javier destacó siempre por su permanente inquietud y entusiasmo contagioso.

De pronto el perfil de ese muchacho esbelto, alto y locuaz apareció en las manifestaciones públicas. No tardó en treparse a los estrados para animar a la multitud. Más tarde llegó a la Cámara de Diputados y después al Senado, ya consagrado como ingeniero dinámico y emprendedor. Cuando llegó al Parlamento ya se había forjado, con su esfuerzo, una situación.

Trabajó en su nativa Arequipa; en la que su padre, hábil y recordado compositor había dedicado el difundido himno que se canta con estas expresivas estrofas: Entonemos, un himno de gloria, a la blanca y heroica ciudad. Cuatro siglos de historia forjaron el baluarte de la libertad. Esa fue la única herencia honrosa por cierto que don Aurelio Díaz Espinoza legó a sus hijos. Javier es un hombre que se hizo solo, aunque recibió ese invalorable legado de amor al suelo natal.

Por haber sido su maestro, por ser su correligionario en Acción Popular, por haberlo contado alguna vez entre mis compañeros de viaje por los lugares más remotos del Perú, pero sobre todo por tratarse de un hábil profesional y de un acucioso y combativo Senador que cumple a cabalidad su doble tarea, celebro fervorosamente su contundente victoria.

Pero hay algo más. El ingeniero Díaz Orihuela es un hombre definido en cuanto a sus convicciones cívicas. Milita en Acción Popular desde hace 33 años y está orgulloso de ello. Su triunfo desmiente el peregrino argumento contra los hombres de partido, que parece abogar por los “indiferentes y los omisos que según Piérola – son en daño propio los grandes cooperadores de la audacia dominadora”. De esas tres décadas largas hemos estado una en el gobierno y algo más de dos en la oposición. Díaz Orihuela, ni indiferente ni omiso, ha sabido enjuiciar con valentía desde su escaño, la errada política económica del gobierno. Ha sido el tenaz y profundo analista de esos fríos cuadros estadísticos que publica el Banco Central de Reserva, de los que, pocos como él, saben extraer la información más importante para hacer el veraz y crudo diagnóstico de nuestra realidad.